martes, 25 de diciembre de 2018

RENATO SANDOVAL





El día que supe que mi nacimiento
tuvo que ver con la explosión
de un enjambre de avispas,
el corazón se me puso como piel de gallina
y los astros se amontonaron en el firmamento:
era una huelga estelar
protestando por tan reaccionario
suceso.
Yo no hablo de ello por temor a molestar;
sería de veras riesgoso
con tantos factores desencadenantes.
Selena me ha dicho que en mí
la libertad se encuentra acogotada,
y yo que me sigo retorciendo el cuello
para que mi voz suene gentil y nunca desentone.
Esa mujer tiene sus ideas y yo las mías;
la verdad es que a ella la vi una mañana
lamiéndose los pezones
mientras trataba de recortarse
las uñas de los pies
al compás de un joropo
que se le allegaba desde la guajira;
y cuando a mi vez
quise hacer lo mismo,
una avispa que feliz libaba
de los pechos de Selena
cruzó de un solo trazo
el desierto que se interponía entre nosotros
y, sin pensarlo dos veces,
me atravesó el glande
que yo en esos momentos esmaltaba con mi boca.
Designios de Dios, como le llaman unos,
golpe de suerte, bien le dicen otros.


De: “El revés y la fuga”



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