viernes, 3 de diciembre de 2021

SEBASTIÁN KIRZNER

 

  

Los Veleros

 


I

No sé nada sobre veleros.

Las puntas de mi patria se

caen en un lago manchado

por tintes negros.

Basural, con olor a óxido

y ponzoña en sangre,

ese óxido que me llevo a la boca.

El barrio de la punta,

ahora bien armado para turistas,

chinos con camaras kodak,

suecas rubias con cara de vida,

con cara de agua potable.

Ellos retratan:

Lo estancado como inminente.

Lo perdido como juglares.

Lo bastardeado de una vida de puerto,

como miradas de sabiduría

de unos viejos marineros folk,

que aún quedan, flotando sus fofos cuerpos

en el Eladia Isabel o en la Cachiola.

 

 

II

No sé nada sobre veleros.

Porque mis padres me criaron en Palermo.

Donde el mar es una ruta calle hostel,

donde mis veredas tienen tinte extranjero,

con sabor a mar, a distancia,

pero nunca color ni forma.

 

 

III

Prendo mis velas, de velero.

Lánguidas de falo erecto,

por no pagar la luz.

Y mi cuarto, que aún es mío;

no tiene bed and breakfast

no tiene room service.

Sólo un seno blanco

y el repicar de mis letras

en el teclado.

 

 

IV

Letras manchadas, atrapadas.

Contenida mi literatura

en el Windows 98 o Windows Vista,

de la computadora que mi padre me regaló…

Porque yo necesitaba una herramienta,

porque yo necesitaba una pantalla,

una luz, un mouse

y una droga binaria.

 

 

V

No sé nada de veleros.

Eso no es tan raro,

tampoco, sé nada, de amor.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario