A un
cráneo que había perdido su mandíbula inferior
¡Hermano!
-¿Dónde vivías? ¿En qué siglo? ¿Cómo?
¿Qué vivió el cerebro alojado en esta caja?
¿El infinito? ¿La locura? ¿O el limitado pensamiento
Que permite al hombre pasar y morir sin asombro alguno?
Casi
todo el mundo, cierto es, fatalmente sigue todo,
Sin soñar más allí del círculo que explota.
El tan conocido y recto sendero del instinto,
También lo seguiste tú – hasta el postrer instante.
¡Ah,
ese instante lo es todo!¡Es la hora solemne
En que, en un supremo y despavorido salto, partiste
Maravillados tus ojos de lejanos paraísos!
¡Oh!
Tu vida es bien poco, ¡Ve! ¡Por muy negra que fuera!
Hermano, creíste ascender al eterno festín
y ¿quién puede despertar tus traicionados átomos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario