sábado, 15 de diciembre de 2018

ROXANA ELVRIDGE-THOMAS





Soledad



Un gato luminoso deslizó sus huellas por mi sueño,
rondó el espacio en el que habito,
encendió con rumores las bujías
que pensaba fundidas para siempre.

Trajo en las pupilas el remedio
que ayuda a atravesar todo abismo.

Entre el pelo de su lomo
vivía una legión de seres asombrosos
siempre listos para el tósigo, las alas
y el balance sempiterno de las lunas.

Su luz alimentó los pliegues de estos muros,
hizo cóncava la almendra en que reposo,
bordó mil manantiales al contacto de sus patas.

Ahora, que emprendo nuevamente la marcha,
vuelvo el rostro hacia el lugar donde solía morar
y veo al gato iluminando la ventana.
Cierra los ojos.
Comprendo que se ha ido.



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