La
puerta
¿Por
qué abrir la puerta?
Hay
que buscar tanto tiempo para encontrarla. A veces está
en una pared, a veces en el techo, a veces debajo del mismo cabezal.
Y es
tan difícil abrirla. Te rompes las uñas sólo para entreabrirla
y no te puedes detener en el umbral más de un instante: se te
nubla la mirada, te precipitarías al abismo.
¿Por
qué abrir esa puerta que no lleva a ninguna parte? Abres
sus hojas y ante ti se descubre la oscuridad, la hueca oscuridad. Si
por lo menos condujera a otro cuarto, a un jardín o un balcón con
hermosa vista.
Sin
embargo, hay que abrirla. A cualquier precio hay que abrir
esa puerta.
Para que haya aire.
No hay comentarios:
Publicar un comentario