La
despedida
¡Deja
que adiós te diga con los ojos,
ya
que a decirlo niéganse mis labios!
¡La
despedida es una cosa seria
aun
para un hombre, como yo, templado!
Triste
en el trance se nos hace, incluso
del
amor la más dulce y tierna prueba;
frío
se me antoja el beso de tu boca
floja
tu mano, que la mía estrecha.
¡La
caricia más leve, en otro tiempo
furtiva
y volandera, me encantaba!
Era
algo así cual la precoz violeta,
que
en marzo en los jardines arrancaba.
Ya
no más cortaré fragantes rosas
para
con ellas coronar tu frente.
Frances,
es primavera, pero otoño
para
mí, por desgracia, será siempre.
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