Promesa
La
señora, vestida de negro, exhibe su viudez
mientras
nosotros compartimos el postre.
Nos
habla de esa llama
que se
enciende y apaga,
nos
mira a los ojos,
dice
que se la jugó toda y no perdió,
la
muerte nos hace vulnerables a la verdad.
Desordena
su pasado
y se
alegra de tu mano sobre la mía.
Quizás
adivina que hace rato sueño con llegar a casa
y que
lentamente dejas caer mi falda,
la
misma de esa vez,
cuando
cenamos con tus amigos
y aún
no éramos nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario