Enamorado del enamoramiento
Con
la boca pintada, yo
besé
el tronco de un tierno abedul blanco.
Yo,
por más guapo que sea,
no
tengo pechos como pelotas.
Mi
cutis no esparce la fragancia de polvos finos.
Soy
un infeliz marchitado.
Ay,
¡qué hombre tan pobre!
En
este campo de estío temprano aromado,
en
la arboleda fulgurante,
me
puse ajustados guantes de color del cielo.
Me
puse en la cadera algo parecido a un corsé,
me
enhariné la nunca con polvo.
Así
coqueteando sigilosamente
como
hacen las muchachas
incliné
la cabeza levemente,
besé
el tronco de un joven abedul blanco.
Pintada
la boca con el color de las rosas
abracé
al alto árbol blanco.
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