De
la pequeña y frágil morada
Solo
restos del viento frío quedan:
la
ventana abierta en que la sombra de madre
aún
nos dice adiós por las mañanas,
el
árbol que creció como tu cuerpo
y
hoy se arraiga en tu memoria,
cachivaches
desvencijados en todos los rincones
evocan
a padre y sus huesos
moviéndose
y buscando algo averiado por el tiempo.
Si
acercás tus oídos a las paredes,
escucharás
gritos de niños,
pilares
de alegría que sostienen nuestra casa,
jardín
de flores segadas
que
dejaron la puerta abierta
y la
desnuda tristeza de las cosas a la intemperie.
Esta
fue nuestra morada,
tan
resistente en el recuerdo,
pequeña
y frágil hoy,
casi
polvo, casi nada, casi todo.
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