sábado, 1 de agosto de 2015

JULIO FLÓREZ ROA





 

Oye la historia que contóme un día
El viejo enterrador de la comarca:
Era un amante a quien por suerte impía
Su dulce bien le arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio
A visitar la tumba de la hermosa;
La gente murmuraba con misterio:
Es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos
El mármol de la tumba abandonada,
Cavó la tierra y se llevó en los brazos
El rígido esqueleto de la amada.
Y allá en la oscura habitación sombría,
De un cirio fúnebre a la llama incierta,
Dejó a su lado la osamenta fría
Y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos,
El yerto cráneo coronó de flores,
La horrible boca le cubrió de besos
Y le contó sonriendo sus amores.
Llevó a la novia al tálamo mullido,
Se acostó junto a ella enamorado,
Y para siempre se quedó dormido
Al esqueleto rígido abrazado.

 

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