El
árbol digital
Era
un hombre al que le habían enterrado su mano
derecha
Pasaba
sus días metido en una pieza vacía
Donde
se sentaba
Los
pies contra el ángulo superior de la ventana
Y su
mano izquierda sosteniendo un ojo de buey
Por
el cual los rinocerontes
Ensartaban
su cuerno
Y
hacían brillar su corteza metálica
Le
había dado por ser poeta
Y se
pasaba todo el tiempo hablando de la guerra
De
tal manera
Que
había descuidado su mano derecha
Esta
creció lenta y furiosamente
Y sin
que él se diera cuenta
Atravesó
el mundo de lado a lado
Cuando
los niños de la parte norte de Sumatra
Vieron
aparecer un árbol sin hojas y sin frutos
Corrieron
espantados a llamar a sus padres
Estos
vinieron con sus gruesas espadas
Y
cortaron el árbol de raíz
Un
líquido blanco lechoso salió de la corteza
tronchada
Desde
ese entonces
El
hombre como un poeta
Siente
un dolor terrible
Agudo
En un
sitio del cuerpo que no puede determinar
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