Expulsados del templo
–Dejen que los niños
vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como
ellos.
Mateo, 19: 14
No
quería ir esa tarde –pereza–
recordé
después del grito;
no supe
a que jugaba
o que
comía –gula–
quiero
pensar que el aire se detuvo
y el
cura me mostró cierta mirada –ira–,
vio a
mi madre –lujuria–
cuando
mi mano
retuvo
la moneda –avaricia–
en el
sonante ritual de las ofrendas.
Un dedo
encendido
nos
corrió del templo –soberbia–,
solo sé
que la gente nos miraba –envidia–
seguro
alguien más quería
disfrutas
a solas
aquel
domingo.
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