Querubines
Parecen
caritas con rulos y cachetes.
Asomados
hacia abajo, las cabezas aladas sonríen
en el
empapelado quizás gris de fondo o celeste clarito
aunque
ahora pestañea brillante verde neón
por la
cruz furiosa de la farmacia de enfrente.
La
alfombra se traga mis pasos por la casa ajena.
De la
cama a la pared hay unos metros
(paredes
anchas, techos altos). Vaso de agua en mano
pego
los ojos a la pared: azul oscuro se revelan los ramitos.
Flores
redondas con hojas grandes a los costados
reemplazan
los querubines y obligan la risa.
Pura
mueca, porque no quiero despertarte.
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