martes, 7 de noviembre de 2017

ANDREA OCAMPO




Querubines



Parecen caritas con rulos y cachetes.
Asomados hacia abajo, las cabezas aladas sonríen
en el empapelado quizás gris de fondo o celeste clarito
aunque ahora pestañea brillante verde neón
por la cruz furiosa de la farmacia de enfrente.
La alfombra se traga mis pasos por la casa ajena.
De la cama a la pared hay unos metros
(paredes anchas, techos altos). Vaso de agua en mano
pego los ojos a la pared: azul oscuro se revelan los ramitos.
Flores redondas con hojas grandes a los costados
reemplazan los querubines y obligan la risa.
Pura mueca, porque no quiero despertarte.



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