Lista
de compras
Yo
quería construir una casa,
algo
que fuera mío, un patio, un perro,
un
árbol de limón
Entonces
me casé y tuve hijos, deudas, una carrera,
y
estuvo bien
Después
descubrí que el deseo
siempre
está en otra parte,
y
las dudas
me
crecieron como una hiedra:
-
Cuántos no se quedaron ahí,
marcharon
con
el miedo amordazado como rehén
-
Cuántos lo arriesgaron todo
y
cantaron himnos de rebeldía,
libertad
y honor
-
Cuántos creyeron en la magia
y
fueron tras de ella con la ilusión
de
todo lo que es incierto
-
Cuántos sacrificaron la estabilidad
y la
permanencia por el estremecimiento
que
da el retrato del asombro
Mientras
otros
no
dejaron la dulce palmada de la certeza,
y
fueron sensatos y felices para siempre
sin
ningún terremoto bajo sus pies,
sin
ningún delirio afuera del rostro,
haciendo
frente a la cobardía de marcharse
frente
a la cobardía de quedarse,
por
costumbre, por los hijos, por lo que sea,
por
apostar y soplar los dados,
entretanto
aún
las
llamas se desenredaban en los ojos de Nerón
Yo,
desde esta felicidad,
los
aplaudo de pie,
los
admiro con tristeza,
algunos
nos quedamos en el medio
–que
no es ninguna parte–
mirando
a cuántos
urdieron
un plan y lo llevaron a cabo
cuando
el momento justo llegó
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