domingo, 14 de enero de 2018

MORIANA DELGADO




Corazón de ébano



-La suerte está echada- me respondió,
mientras mis propias distancias subterráneas
discurrían por inmensas pendientes,
mientras me ataban los tobillos a los fríos rieles de metal,
mientras el sonido de la máquina aumentaba.

Ahora veo que los amores vendados son ya obsoletos
y las decisiones que nos marca el olvido han sido impuestas.
Qué queda bajo estas palabras que nos han entrecruzado,
bajo el amplio mundo de la condensada figura inhumana.
Comencé pensando en los escrúpulos que nos siguen,
en las cumbres de desesperación que nadie escucha,
en embarcaciones y treguas acordadas para siempre y por siempre.
Soy el retroceso de los años,
la antepenumbra del acantilado,
la puerta del comienzo y el umbral del final.
Soy lo que nunca fui,
fui todo lo que quise ser,
soy la fantasía del precipicio
y el hedor de una caída prevista.
Soy culpable, soy culpable.




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