Canto V
Con mis
dolores se entreteje la noche. No hay centauros en las sombras ni minotauros en
la luz.
El
cielo arenoso se desborda, cascada de negro polvo que sepulta.
Las
almas estelas dejan, quitan sus vestimentas rutinarias, epitafios del viento.
Las ciudades se sacuden, salpican sus vicios en una hoguera que engrandece. De
piedras y carne remolino.
Cuando
los bacales despiertan los hombres enloquecen.
De: “En medio”
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