sábado, 11 de julio de 2020

EEVA KILPI






Justo cuando había aprendido a vivir sin él
se me vino a la cabeza la idea:
Yo a este hombre no renuncio.

Y las sábanas estallaron en flores.
“Esto es la realidad”, dijo
y los sueños empalidecieron.

Tal era pues la fuerza tras las miradas
que durante años educadamente
nos habíamos lanzado mutuamente.


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