Gloria
La
ciudad es un inmenso montón de murallas truncadas;
hasta
la sombra huyó de sus calles,
y
se ignora cuántos hombres, vivos aún,
agonizan
bajo las vigas y los escombros.
Alguna
vez se sabrá,
cuando
su muerte, ya olvidada,
sea
una cifra en el registro frío.
Ocurrió
una vez, algún día desde luego;
pero
hasta eso pasará
como
pasan tantas cosas y pasarán siempre,
sin
saber qué muertos y qué muertes yacen debajo.
Al
menos, los muertos pueden tener un consuelo:
la
historia hace justicia a los mártires.
Pero
la historia está escrita con pluma,
con
tinta y con palabras,
y
la mitad de ella es muda y la otra mitad falsa;
queriéndolo
o no, por piedad o por deber
hará
de plañidera, y un burro tonto les recordará con
palabras
altisonantes,
mientras
ellos, esperando la limosna de la eternidad,
mendigos,
se quedarán a las puertas del recuerdo.
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