A
través de Internet llega tu muerte.
Sin embargo, desde una ventana
veo y escucho en este mes de junio
la armonía inagotable de las primaveras,
hacia el bosque sobreviviente
de la esperanza y el hombre.
El agua corre todavía limpia
en el cielo próximo de verano
y en tus palabras,
Señor del nítido verbo
devuelto a los orígenes.
Los caballos, blancos e impacientes,
tiran hacia delante.
La tierra canta, resplandece,
pertinencia de un tiempo cíclico,
como si no conociese la muerte.
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