Tizoc
desde
un llano remeda el aullido
de
los coyotes,
como
presagio de la llegada
de
una serpiente colmada de hombres,
desplazados
de los pueblos de Lempira.
Tizoc
asustado le habla a Xólotl
y
escuchá su lengua desde un pájaro
oculto
en un tamarindo.
La
silueta del xoloitzcuintle es una obsidiana,
que
oculta la nostalgia del maíz.
Cae
la lluvia
y
la noche es un fruto que se pudre,
colgado
en los espejos.
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