Hágase
la luz
Enciendo
un nuevo día
por si el mundo me quiere saludar
y al abrir la ventana recuento los abrazos
que la noche ha dejado en el cristal:
están los que esperaba, los que no faltan nunca,
los que tal vez no vuelvan, aquellos que al marcharse
imprimieron de manera indeleble
las huellas del adiós
mientras otros dejaron
el vaho intrascendente de su aliento
tal como en el invierno jugamos cuando niños.
Se
mezclan los recuerdos y el presente,
aquellos que son luz
y aquellos cuya sombra ni siquiera refresca.
Bajo
este sol de agosto
solo quiero el refugio de quienes me protegen,
no la rama del árbol que arderá bajo el rayo
del rumor o la envidia,
no el cascabel hipnótico
de quienes son serpientes bajo su piel de hombre,
no los besos dulcísimos de quienes nunca saben
distinguir el verano del veneno.
Decide
tú quién eres,
decide si merezco
que descubra tu nombre una mañana en la lista que deja la noche en el alféizar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario