Silencio
Sin
llamarte, sin grito claro viniste a mí. Haciendo coincidir los ojos me dejaste
ver el paisaje que buscaba: indudable asombro y plenitud en esa hora, junto al
lago y al boscaje: cambiante iris, pelo rojo.
Sin
llamarte fue este encuentro e igual fue tu huida, sin un grito, una palabra;
era mañana o noche cuando empezó el regreso y alzando un dedo borraste los
dibujos y las decisiones violentas de tu pelo.
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