Mujer
y gata
La
sorprendí jugando con su gata,
y contemplar me provocó maravilla
la mano blanca con la blanca pata,
de la tarde a la luz que apenas brilla.
¡Como
supo esconder la mojigata,
del mitón tras la negra redecilla,
la punta de marfil que juega y mata,
con acerados tintes de cuchilla!
Melindrosa
a la par por su compañera
ocultaba también la garra fiera;
y al rodar (abrazadas) por la alfombra,
un
sonoro reír cruzó el ambiente
del salón… y brillaron de repente
¡cuatro puntos de fósforo en la sombra!
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