jueves, 2 de agosto de 2012

JUDITH SANTOPIETRO





Invocación



El día que saliste de mí
el sol era un círculo manso,
inundabas las rendijas
de esta húmeda pocilga
con un llanto prolongado

Tus ojos,
grandes en esta habitación de grillos
para mirar una casa de pequeños muros;
y mi vieja razón,
esa piedra de filos indeseables,
preguntaba a dónde ir

Con el vendaval,
las chozas se balanceaban
y eran menos que toda la miseria
de la gente astillada en la ciudad

Te fuiste un día de soplos
y el resquemor sobrevino
para siempre;
las casas parecían no soportarlo
bullían de luz las tiendas
el desierto era frío
después el sol doró las ramas y la arena,
el calor fue espada ardiente
que acuchilla la piel

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