lunes, 24 de junio de 2013

THELMA NAVA




Las señales




¿Acaso era necesario decir que las señales del amor

eran tan evidentes como el sello que llevaba en la frente

el acusado

como la ola invisible lamiendo el ala de nuestro corazón?

¿Acaso necesitábamos preguntarnos qué era lo que nos

acercaba y nos hacía rechazarnos,

serpientes agonizando en nuestro propio laberinto?

Todo nacía de madrugada, con la avidez del que espera

uno y otro día

en silencio la partida, la ruptura del círculo,

el imposible beso de la figura de barro que nos llama.


Todo nacía en verano, donde la realidad y el sueño

se confunden

cogidos de la mano del absurdo, de lo que no es jamás

regreso de la siempre partida hacia otra parte.


Día que aguardas el silencio de la luz construyéndote

y llegas atónito ante las puertas que te fueron negadas.


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