Cántico
del guijarro que vuelve al río
Fábula
de la brisa que no eludo
porque la tarde se irisó en caireles
y un alternado vuelo de petreles
curvó la playa que cegó tu escudo.
Al
llamamiento de esta paz acudo,
duerma el azor y ayunen mis lebreles.
Siento la hora inesperada en mieles
y en mi crucero, deslizado el nudo.
En
ociosa pleamar hoy mi esperanza
frente a este mar refluye su ternura
arrullando la antigua desventura.
El
pensamiento cruel ya no me alcanza.
Quede Argos cegado en tu cintura
y al tábano feroz deje en holganza.
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