[Un puercoespín]
Dijiste que te gustaba la carne con espinas.
Que era tu vida el caminar de lado, ser blanca como las angostas calles de tu
casa, y brillar en silencio como las estrellas del techo que se te cae todas
las noches. Yo soy un animal que se amolda a tu cama, repleto de espinas. Lleno
de cercos y púas. Soy la mortaja que en tu vientre se revuelca pidiéndote
madre. La mujer que en tu mente me reta, soy yo, vestida de lana por el
invierno, escondiendo las púas para no asustarte y cantando en voz baja, la
canción de cuna de los niños que tienen frío. Una burbuja rosada se cuela entre
tus ojos que miran al techo del piso ocho
Y solloza.
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