“The shepherd’s brow, fronting forked
lightning, owns”
El
semblante del pastor, enfrentando la centella bifurcada,
concibe
El
horror y el estrago y la gloria
De
aquello. Los ángeles caen, son torres, del cielo
— una historia
De
gemidos justos, majestuosos, gigantescos.
Pero
el hombre — nosotros, andamio de frágiles huesos;
Que
alentamos, de la infancia a ras de suelo al jadeo
De
la vejez, cuyo aliento es nuestro memento morí —
¿Qué
bajo es nuestra viola para los tonos trágicos?
¡Él!
Mano en boca vive, y evacúa con vergüenza;
Y,
por más preclaro el nombre que blasone,
El
hombre es Juan cualquiera, su hembra una buscona.
Y
yo que muero estas muertes, que nutro esta llama,
Que...
en lisas cucharas espío el reflejo de la vida
enmascarada: domo
Allí
mis tempestades, mi fuego y fiebre inquieta.
3 de abril de 1889
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