La lluvia de verano
I
El más
querido y no por eso
Menos
cruel
De
todos nuestros recuerdos, la lluvia de verano
Repentina,
breve.
Salíamos,
y era estar
En otro
mundo
Nuestras
bocas se embriagaban
Del
olor de la hierba
Tierra
El
manto de la lluvia se extendía sobre ti.
Aquello
era como el seno
Que
hubiese soñado un pintor.
II
Y de
pronto en el cielo
Percibíamos
Ese oro
que la alquimia
Había
buscado tanto.
Lo
tocábamos, brillante
Sobre
las ramas bajas,
De
aquello amábamos el gusto
Del
agua, sobre nuestros labios.
Y
cuando recogíamos
Ramas y
hojas secas
Ese
humo al final de la tarde, brusco, ese fuego,
Era
también el oro.
De: “La lluvia de verano”
De: “La lluvia de verano”
Versión de William Guaregua
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