Quisiera ahora...
Quisiera
ahora estar sentado
en
una gran piedra bajo los árboles
y
sentir el paso del viento...
O
leer, o pensar, dejando pasar estas horas.
O
a la orilla de un río donde mi hijo pudiera bañarse
mientras
yo lo contemplara, fumando.
O
estar en un huerto fresco, en otoño,
cuando
se varearan los nogales y las nueces cayeran
sobre
la tierra como en mi infancia.
Sí,
estar ahora en un huerto fresco
donde
mi madre volviera a vivir
y
se sentara a mi lado bajo la sombra,
a
conversar de estos años,
a
descansar del sol entre los nogales y los álamos
de
nuestra casa antigua,
y
aspirara la fragancia de las frutas,
el
mismo aire que yo, el mismo aire que yo.
O
quisiera subir a una montaña
desde
donde pudiera contemplar
mis
tentaciones reunidas,
postrándose
a mis pies con todos sus reinos,
desplegando
su persuasiva soledad.
Quisiera
estar con mi hija
(pero
no tengo una hija),
que
cantara y bailara
y
que me preguntara cómo era mi pueblo en mi infancia. Quisiera que esa hierba
fuera conmigo a todos sitios...
Pero
estoy aquí,
contento
con esta tristeza de mi memoria,
contento
con mi cuerpo que siente la tarde.
Estoy
aquí, esperando.
Oyendo
las voces de las gentes que conversan,
el
ruido de los automóviles que pasan junto a mi casa,
en
las horas de esta tarde.
Oyendo
mi voz preguntando en la casa donde no hay
nadie
Estoy
aquí, esperando,
como
esperar algo que no llega,
como
esperar a alguien que nunca dijo que vendría.
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