En Venecia
Quietud
en la habitación nocturna.
La
linterna plateada chisporrotea
Ante
el aliento cantante
Del
solitario;
Hechizadas
nubes de rosas.
Una
negrusca nube de moscas
Oscurece
el cuarto de piedra
Y
se eriza por el tormento
Del
día dorado la cabeza
Del
apátrida.
El
mar inmóvil pernocta.
Estrella
y negra jornada
Desaparecieron
en el canal.
Niña,
tu enfermizo sonreír
Me
siguió, suave, durante el sueño.
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