martes, 10 de abril de 2018

ALFREDO R. PLACENCIA





III

El buen dulcero



Dejó Damián su almíbar, nada más preparado,
y así vino a decirme:
"Señor, el odio llega,
por lo visto a su colmo.
¿Sabéis quién os entrega?
Atanasio, el que labra vuestro propio sembrado.
Sin dilación quitemos el polvo del calzado
y salgámonos presto de aquí.
La turba ciega
no sabrá la partida, como que Dios le niega,
providente, el aviso y la luz.
A mi cuidado
siento que Dios os pone."
Y el piadoso dulcero
que su almíbar dejaba y en mi ayuda venía
en la noche tremenda que en vano olvidar quiero,
a lo último díjome:
"Señor, esta es la vía.
Andadla mientras arden las estrellas.
Yo espero
que os hallaréis muy lejos cuando reviente el día."


De: “El Éxodo”



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