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De
cuando nuestros padres eran jóvenes
A José Ferrero
Es
el cielo amarillo
de algún anochecer, en el verano,
y hace mucho calor.
Un
calor retenido
después de todo el día, en la terraza,
bajo la oscuridad del entoldado
de
hiedra, ya reseca.
Y es un jarrón azul
de vidrio, en la baranda de la pérgola,
que
aumenta la visión. Al otro lado,
los barrios aturdidos tras un día
de sol en las afueras.
–Una
isla, el jardín,
en medio del océano.
Y un sueño el de este instante que demora
lo
que fue alguna vez vivir aquí,
en un tiempo feliz que para entonces
ya estaba en el pasado.
De:
“Los verdaderos domingos de mi vida”
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