martes, 10 de enero de 2023

JORGE PALMA

  

 

Blues de los niños ebrios

 

 

Los niños ebrios del barrio
tienen la sangre encendida
y la cabeza loca como una fogata;
una fogata desdentada, desatada,
desencajada,
y tienen el nombre de su madre
tatuado en cada párpado
y siete nombres distintos de mujer
debajo de la lengua,
y un par de bares
en la mira telescópica,
tac tac tac…

Los niños ebrios del barrio
están bañados de alcohol
como los bizcochos violetas
de las panaderías,
y a nadie se le ocurre
cremarlos cuando mueren
como pájaros indefensos en las calles,
porque se incendiarían
las chimeneas de los crematorios.

Los niños ebrios del barrio
son racimos de uvas
caídos de golpe
de los parrales del cielo.

Son los niños racimos.
Son los niños ebrios.
Son las piedras negras
que caen del cielo.

Hay noches, muchas noches,
que estando solo en mi cuarto violeta
salen a borbotones
de los bolsillos,
bajan de mis cejas
saltan de mis párpados
se cuelgan de mis pestañas…

Entonces
salgo a la calle
y voy a buscarlos
en medio de la lluvia.

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario