jueves, 10 de febrero de 2022

MARÍA CRISTINA MENARES

 

 

 

Embriagado bajo la lluvia


 

Sí,

he bebido.

Bebido de un líquido escarlata

leve y escurridizo como la sangre,

como el sudor que brota del esfuerzo

o el dolor contenido en una lágrima.

Bebido,

bebido en esta noche de lluvia desolada

hasta sentir el peso de las nubes

y unas sueltas amapolas que me inundan

de excitantes caricias

la garganta.

Y ahora vengo

enlazado a una ronda de burbujas

en un mágico equilibrio por las calles

a encontrones con un rayo centelleante

y las piedras que me cierran el camino.

Y así voy

transportado por inmensas mariposas

que me llevan hasta un parque de jacintos

y navego entre océanos de aroma

y me duermo entre arrullos de palomas.

 

Sí, porque he bebido,

bebido, bebido hasta olvidar que existo

en este amargo sino prolongado,

hasta olvidar que el hambre duele

como un trozo de vidrio triturado.

 

Bebido,

bebido, bebido hasta sentir que tienen alas

mis viejos zapatos caminados

y que en vez de de esta camisa que me cubre

desnudándome en jirones,

¡una gasa cálida de espuma

me resguarda el corazón helado!

 

Y aquí estoy bajo la lluvia,

achispado y ondulante como leño sin destino

en el centro de un océano,

casi próximo a la gloria,

casi al fondo del abismo,

soberano y vencedor

de guirnaldas coronado,

destruido, inexistente,

¡pordiosero y embriagado!

 

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