2.
A Pedro César Alcubilla
Soy
un puto perro sidoso
y una
gorda me ha ametrallado
enculado
por mi padre adquirí el escalofrío del imperio.
Sólo
me gusta arrancarle verrugas a los mocosos
y
plantarlas en el campo
debo
hablar con las familias que se resisten.
Creo
en el silencio de los retorcidos
y en
las nueve mil balas abandonadas prendidas de mis trenzas.
Escupo
caballa, sándalo y la sota de bastos a los
fantasmas
de los ancestros que capturo en los palomares
a mí
me hubiera gustado enterrarlos a más profundidad.
Bendigo
los bebedizos y el vértigo inmeditado
porque
me vienen al pelo para las sutilezas y las maldiciones.
Me
estoy revelando como la geisha fulminante que vuelve.
La
madre torcida y el tirador en el molino
redactan
el juramento del viaje
acelero
a fondo hasta que ella me clava
un
tenedor en la mano
me
gusta que se ría como una hiena con su vestido de lunares.
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