El breviario
Entramos en el paisaje tristísimo,
una tristeza entretejida de colinas,
árboles desnudos, hierbas bajas,
espino albar en flor.
En casa encontramos a la abuela
de noventa años, con su viejo hijo al lado,
los dos cerca del fuego, el breviario
abierto en la página
de aquel día y de aquella hora. Ellos
no sabían
que eran un fragmento de eternidad,
una escama reluciente
impregnada de tiempo y de destino.
Roma,
1936
De: “El jardín”
Versión de Carlos
Vitale
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