Los
niños
Escondido
su terror
entre los pliegues del manto
de las madres,
asusta sentir su corazón veloz
dentro de un pecho tan mísero.
¿Cómo se sostiene o defiende
tanta fragilidad?
(¡Una hoja en el viento!)
¿Recordáis,
como rosas que llegan de la sombra,
esas filas de miradas de los expósitos
en domingo?
(Y
no hablemos de la infancia de los príncipes).
¡Oh,
las navajas siempre abiertas
para herirlos,
dentro del terror de sus sueños!
Y en los oscuros rincones
sus silenciosas lágrimas.
El
niño no conoce la muerte;
pero a veces nos llega un grito
de un mundo desconocido para el hombre.
¿Y
esa pregunta honda
que se para un instante en sus ojos?
¿Y esa luz penosa, dulce,
sobre una frente blanda y tierna,
de dónde viene?
Pero
existen niños solitarios,
extraños niños
que conocen la muerte.
Versión
de Miguel González Garcés.
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