jueves, 10 de enero de 2019

CARLOS ERNESTO GARCÍA





El perseguidor
                                a M. Allegrini.



María me hace cómplice
del último cigarrillo.

Muy cerca
un niño no cesa de correr
detrás de una pequeña florista
que invita a pensar en una cíngara.

De repente
aquella niña se detiene
y extendiendo sus brazos en cruz
deja caer un ramo de flores
que cubren los pies de su perseguidor.

Al alejarnos de la plaza
sobre el suelo
queda un puñado de violetas
despedazadas por la furia de un niño.


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