Nunca pusimos retratos sobre la mesa
ni escribimos cartas
preferimos siempre el arte del presentimiento,
hallarnos en el latido de las puertas
y amoldar los sueños a las curvas del sofá
Nunca tomamos fotos ni asistimos a fiestas
siempre preferí quedarme en casa
y astillarme trabajando en los detalles de tu cuerpo
Recibías mis manos como el mar recibe los barcos
con el vaivén propio de lo incierto
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