lunes, 22 de febrero de 2021

NURIA PARÉS

 

 

 

El grito

 



Nadie eligió su herencia.

Ni tú ni yo. Nosotros no elegimos.

Fue un desigual reparto. Fue un trallazo,

un tajo doloroso y dolorido,

un cuchillo de sombras, una herida

derramada en hondura y sin alivio...

Y aquí estoy, aquí estamos

con nuestra herencia en alto, sorprendidos

con este fi lo ronco en la garganta,

con este agudo y fi ero y roto filo,

con esta manda bronca a flor de labios,

con esta vieja herencia y este grito.

Lo llevo en las entrañas, aguzado,

lo llevo en la conciencia ¡tan preciso!

Me cerca y acorrala día y noche

su rueda de navajas y cuchillos.

Mío es el viejo acento de la tierra,

 míos la oscura ley y el desvarío,

míos el hosco resonar del monte,

el pulso de la tierra enfebrecido,

la vaharada ardiente de la sangre,

el toro de la noche y su bramido.

A esta sombría herencia no renuncio,

a esta herencia sombría me resigno:

con mi garganta rota lo proclamo,

con mis manos vacías hoy lo escribo,

con mi emoción despierta lo subrayo,

con mi porción de tiempo fecho y firmo.

 

 

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