domingo, 23 de noviembre de 2025

LUCILA ESTRADA DE PÉREZ

 

 

A mi querida hija amada

 

 

Como un meteoro, ángel mío,
por este mundo cruzaste,
y al Empíreo te lanzaste,
dejando en mi alma el vacío.

Los querubes, hija amada,
a su lado te llamaron,
y en triunfo te presentaron
a la Virgen adorada.

Quizá el Eterno, hija mía,
en su infinita clemencia,
quiso librar tu inocencia
de toda culpa y mancilla.

Por eso, hija de mi amor,
ya que a tu madre dejaste
y a la morada volaste
donde todo es esplendor…

Pide a la Virgen consuelo
para su alma dolorida,
pues es muy triste su vida
desde que estás en el cielo.


Gracias, 13 de septiembre de 1888.

 

 

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