Bipolar
Una
mitad se para en las cornisas,
asoma
las falanges
y
sacia en ese imán su sed de abismo.
La
otra mitad hipotecó las rótulas,
evita
los perímetros,
se
para en la certeza del aquí.
Una
se crece en el incendio,
ama
la muerte como los coleópteros
adoran
su reflejo en una flama.
Otra
se dora bajo un sol anémico
que
sólo sabe conquistar el gris
con
rachas de amarillo.
Una
ya te enlazó por la cintura.
Otra
se tarda en redactar su amor
por
la escritura.
Una
pone el olfato y clava el dardo.
Manda
un mensaje la otra
que
va de la cabeza hasta las puntas,
sigue
el rastro,
fija
el tiro,
suelta
el dardo:
es
fiel al instructivo que se adjunta.
En
el trasluz verdeamarillo de las hojas
se
pierde una mitad
mientras
la otra
lamenta
no ser bosque.
Una
conoce las alturas,
desciende
en grandes y pausados círculos,
la
está peinando el aire y silba nítido.
La
otra mitad afila el pico,
olvida
el vuelo porque está quebrando
los
huesos de la liebre
que
aún no apresa.
Una
mitad es voluptuosa y crece
como
la sed,
como
un correoso tallo que posterga
la
flor definitiva.
Otra
mitad desbroza para andar,
se
abre un camino
pero
no lo encarna.
Templa
sus élitros el grillo para todos, para nadie:
se
pasma una mitad,
la
otra lo busca,
sigue
buscándolo,
ansía encontrar la fuente
de la música.
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