La metamorfosis de los Alhelíes
Contemplando la foto de los
cadáveres de unas niñas palestinas…
A
Beatriz Ruiz, siempre comprometida
con
los desheredados y con los poetas.
Duermen
los alhelíes rojos, callan
bajo
esta tierra: sangre, sudor y barro
de
vísceras que explotan.
Duermen
los alhelíes rojos, tiemblan
acurrucados
en la oscuridad
del
dolor inabarcable.
Duermen
los alhelíes rojos, sueñan
con
que el perfume de sus labios niños
muera
esta madrugada.
Duermen
los alhelíes rojos, niegan
desdibujar
con su fragancia el vómito,
la
nauseabunda fetidez de sangre.
Duermen
los alhelíes rojos, oran
para
evitar ser cómplices sin alma
de
olvidos, desmemorias y mentiras.
Duermen
los alhelíes rojos, borran
tirabuzones
negros que sonríen
seda
en los labios que musitan salmos.
Duermen
los alhelíes rojos, miran
las
ilusiones hechas pesadillas
sólo
aptas para un pudridero en sombra.
Duermen
los alhelíes rojos, niegan
repartir
el fragor de su perfume
dentro
del territorio que se muere...
Duermen
los alhelíes rojos, sueñan
con
ser ya flor marchita.
¿Sabrán
ellos que son inmarcesibles?
Duermen
los alhelíes rojos, duermen,
ajenos
a una voluntad más alta
que
determinará un milagro oculto,
que
su perfume ondeará en la brisa
de
esta madrugada.
Quizá,
al amanecer, los alhelíes
rojos
de sangre que declina y llora,
se
conviertan en alhelíes blancos,
en
alhelíes albos: vida y luz.
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