lunes, 15 de octubre de 2018

MARÍA TERESA IRAZABA





Regresé con mi padre a casa
y descongelé del refrigerador
sus últimas verduras de diabético
que estaban rígidas como él.

Su baston que rasguñaba las esquinas
quedo inmóvil

Encerré sus cenizas en el ropero
mis labios los transforme
en una sonrisa
tiré a la calle su viejo tocadiscos
y soló conservé el reloj parlante
su sonido fuerte
aun escucho
son las 4 y 9
son las 2 y 5

Para el viejo
el tiempo ya no importan




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