Regresé con mi padre a casa
y
descongelé del refrigerador
sus
últimas verduras de diabético
que
estaban rígidas como él.
Su
baston que rasguñaba las esquinas
quedo
inmóvil
Encerré
sus cenizas en el ropero
mis
labios los transforme
en una
sonrisa
tiré a
la calle su viejo tocadiscos
y soló
conservé el reloj parlante
su
sonido fuerte
aun
escucho
son las
4 y 9
son las
2 y 5
Para el
viejo
el
tiempo ya no importan
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