¡Agito
la cabeza
la
agito, la cabeza agito, la agito, la cabeza, agito,
agito
la cabeza, agito la cabeza, la agito la cabeza, violentamente, con todas
mis
fuerzas, con todo mi poder, mi energía, mi deseo,
mi
rabia, mi frustración,
con
la fuerza para romperme el cuello!
Muevo
la cabeza, la reboto, la balanceo, la golpeo, la bailo,
la
columpio, la pendulo, la hago girar, la agito, la cabeza,
la
cabeza agito, la agito, la agito, en un vaivén frenético,
escuchando
esa música de paraíso perdido,
metal
pesado, melódico, poderoso,
y
maravillosamente me ayuda a desahogar mi tristeza,
como
si los movimientos bruscos literalmente me la sacaran de la cabeza.
Después
de unos minutos de agitarla, me siento mejor, casi bien.
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