Conversión
Aunque estoy a
punto de renacer,
no lo proclamaré a
los cuatro vientos
ni me sentiré un
elegido:
sólo me tocó en
suerte…
Virgilio Piñera
Una
mañana en la mañana
mi
cuerpo comenzó a languidecer.
Se
volvieron mis huesos quebradizos,
polvo,
lodo en el tiempo breve de un instante.
Los
huesos de mis manos, de mis brazos,
mis
hombros lánguidos sin fuerza para sostenerse
y
mis ojos sustrayéndose en sus cuencas.
Cada
vez más lejana la tensión del músculo,
la
terza rima de las vértebras,
más
liquidas mis venas que mi sangre.
Una
mañana en la mañana, sencillamente,
fui
el río que extravió su cauce.
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