miércoles, 19 de junio de 2013

ÁLVARO SOLIS





Conversión

Aunque estoy a punto de renacer,
no lo proclamaré a los cuatro vientos
ni me sentiré un elegido:
sólo me tocó en suerte…
Virgilio Piñera


Una mañana en la mañana
mi cuerpo comenzó a languidecer.
Se volvieron mis huesos quebradizos,
polvo, lodo en el tiempo breve de un instante.
Los huesos de mis manos, de mis brazos,
mis hombros lánguidos sin fuerza para sostenerse
y mis ojos sustrayéndose en sus cuencas.
Cada vez más lejana la tensión del músculo,
la terza rima de las vértebras,
más liquidas mis venas que mi sangre.

Una mañana en la mañana, sencillamente,

fui el río que extravió su cauce.

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