Crecí en la cifra de
un nido
Y toqué
una y otra vez
el filo
del acantilado
cuando
el chillido del águila
era
profecía del desplome
Parece
que en el cielo
se
derrumba
lo que
en la tierra
se cree
un para siempre
¿y el
alma?
¿será
esa vida que no cesa?
Durante
el alud
el
azote seco bastaba
para
borrar todo sosiego
de las
aguas abisales
que
alguna vez acusaron
el gozo
de su alumbramiento.
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