domingo, 7 de agosto de 2016

JOSÉ LANDA



  
(...) 



El correr de un brazo de río entre los platanares,
      el pasto en el festín de los anfibios,
      el sudor como una caricia en las espaldas,
      los muchachos que salen a orinar en el solar oscuro
de sus familias a medianoche,
      el recuerdo de una emoción de pájaro en el vientre,
      el tacto de una tortuga al fondo de un aljibe,
       el horizonte en calma hacia el sur del rancho,
      el gemir de los amantes del monte,
      las bestias que sueñan con el fuego.
      Todo esto viene a poblar las horas de una noche
insomne sólo porque alguien con olor a lluvia nos ha
mirado desde lejos.  



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