(...)
El
correr de un brazo de río entre los platanares,
el pasto en el festín de los anfibios,
el sudor como una caricia en las
espaldas,
los muchachos que salen a orinar en el
solar oscuro
de
sus familias a medianoche,
el recuerdo de una emoción de pájaro en
el vientre,
el tacto de una tortuga al fondo de un
aljibe,
el horizonte en calma hacia el sur del
rancho,
el gemir de los amantes del monte,
las bestias que sueñan con el fuego.
Todo esto viene a poblar las horas de una
noche
insomne
sólo porque alguien con olor a lluvia nos ha
mirado
desde lejos.
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