viernes, 30 de noviembre de 2018

ELIZABETH REINOSA ALIAGA





Brújulas



I

A dónde es que van los patos
de Central Park en invierno.
Todos piensan en lo eterno:
alimentan a sus gatos
todos añoran zapatos,
no alas.

Persiguen la orilla
de salvación,
no la arcilla
que moldee una ciudad
un país, una verdad
que salte como una astilla,
que duela como una cura
una muerte, un nacimiento.
Las aves y el firmamento
asemejan la ruptura
destruyen la arquitectura
del pasado.
Todo vuelo
lleva consigo un anhelo
de paz y de insurrección
cada paloma: un embrión
que germina en otro suelo.
  

II

Las aves, el horizonte
las ilusiones y el alba
son conceptos,
no me salva su retórica,
ese monte de símbolos.
Aqueronte simulando una balanza,
un extremo: la esperanza
en el otro: la apatía.
El mundo en asimetría constante.
No existe alianza
entre pasado y futuro
solo tiempo, solo abismo.
No creo en el exorcismo
pero practico el conjuro.
Nada es totalmente puro,
nada perdura en el borde.
Si hay agua existe el desborde,
una semilla es la selva.

No importa quién desenvuelva
el hilo,
hay un monocorde silencio,
no es el destino
es la ley del universo:
Cómo refutar lo adverso,
si se niega lo divino.
Cómo ser buen inquilino
de una casa sin paredes.
Cómo escapar de las redes
si la jaula nos distingue.
El fuego nunca se extingue
entre arboledas.

Ustedes
representan multitud
y yo me vuelvo un islote,
logro mantenerme a flote
pero no es una virtud.
Lo importante es la actitud
ante el fracaso, ante el miedo.

Lo sublime del viñedo
no es la fruta,
es la promesa.
Vamos juntos a la mesa.
Todos se van.
Yo me quedo.
  

III

Soy cómplice de la nieve
a través de un catalejo,
sinónimo de festejo
pero de cosecha breve.

Otro anuario que me debe
un obsequio, un regocijo.
Calendario, y acertijo:
los patos a dónde van
yo no sé si volverán
nuevamente a su cobijo
¿o prefieren el misterio
que nace en la incertidumbre:
que el sol funcione de lumbre
la luna de planisferio?

¿No hay ave sin cautiverio
ni palabra sin censura?
Una puerta se clausura
pero hay cientos de ventanas.
Hay destrucciones y hay ganas
de iniciar otra aventura.

  
IV

No hay brújulas,
pero vamos al norte,
siempre hay estrellas
ahogadas bajo las huellas.
Nadie sabe
que arrancamos las raíces,
que llevamos la tierra para nacer.
¿Quién ha visto florecer
el cactus en la nevada?
¿Y quién la coordenada
que nos impide crecer,
que atenta contra el hogar?

El mar no tiene raíces,
ni imanes, ni directrices.
Nos debemos al azar
pero es mejor naufragar
que sostener girasoles que no existen,
mirar soles que se apagan.
Es mejor, la espina de alguna flor,
que sufras a que te inmoles.


V

La patria no nos observa
la patria nos acompaña
sin exigirnos la hazaña,
sin convertirse en proterva filosofía,
ni en sierva.
Le debemos el abrazo,
la esperanza y el ocaso,
la cabeza contra el muro,
un rayo de sol oscuro,
la victoria y el fracaso,
el amor y la costumbre,
el origen, la floresta,
el destino, la protesta,
el silencio de la cumbre.

Es mejor que nos deslumbre
la palabra que el mutismo.
Un complejo mecanismo
nos ha nacido en los hombros
No son alas,
son escombros de la vida,
de uno mismo.




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