Brújulas
I
A dónde
es que van los patos
de Central
Park en invierno.
Todos
piensan en lo eterno:
alimentan
a sus gatos
todos
añoran zapatos,
no
alas.
Persiguen
la orilla
de
salvación,
no la
arcilla
que
moldee una ciudad
un
país, una verdad
que
salte como una astilla,
que
duela como una cura
una
muerte, un nacimiento.
Las
aves y el firmamento
asemejan
la ruptura
destruyen
la arquitectura
del
pasado.
Todo
vuelo
lleva
consigo un anhelo
de paz
y de insurrección
cada
paloma: un embrión
que
germina en otro suelo.
II
Las
aves, el horizonte
las
ilusiones y el alba
son
conceptos,
no me
salva su retórica,
ese
monte de símbolos.
Aqueronte
simulando una balanza,
un
extremo: la esperanza
en el
otro: la apatía.
El
mundo en asimetría constante.
No
existe alianza
entre
pasado y futuro
solo
tiempo, solo abismo.
No creo
en el exorcismo
pero
practico el conjuro.
Nada es
totalmente puro,
nada
perdura en el borde.
Si hay
agua existe el desborde,
una
semilla es la selva.
No
importa quién desenvuelva
el
hilo,
hay un
monocorde silencio,
no es
el destino
es la
ley del universo:
Cómo
refutar lo adverso,
si se
niega lo divino.
Cómo
ser buen inquilino
de una
casa sin paredes.
Cómo
escapar de las redes
si la
jaula nos distingue.
El
fuego nunca se extingue
entre
arboledas.
Ustedes
representan
multitud
y yo me
vuelvo un islote,
logro
mantenerme a flote
pero no
es una virtud.
Lo
importante es la actitud
ante el
fracaso, ante el miedo.
Lo
sublime del viñedo
no es
la fruta,
es la
promesa.
Vamos
juntos a la mesa.
Todos
se van.
Yo me
quedo.
III
Soy cómplice
de la nieve
a
través de un catalejo,
sinónimo
de festejo
pero de
cosecha breve.
Otro
anuario que me debe
un
obsequio, un regocijo.
Calendario,
y acertijo:
los
patos a dónde van
yo no
sé si volverán
nuevamente
a su cobijo
¿o
prefieren el misterio
que
nace en la incertidumbre:
que el
sol funcione de lumbre
la luna
de planisferio?
¿No hay
ave sin cautiverio
ni
palabra sin censura?
Una
puerta se clausura
pero
hay cientos de ventanas.
Hay
destrucciones y hay ganas
de
iniciar otra aventura.
IV
No hay
brújulas,
pero
vamos al norte,
siempre
hay estrellas
ahogadas
bajo las huellas.
Nadie
sabe
que
arrancamos las raíces,
que
llevamos la tierra para nacer.
¿Quién
ha visto florecer
el
cactus en la nevada?
¿Y
quién la coordenada
que nos
impide crecer,
que
atenta contra el hogar?
El mar
no tiene raíces,
ni
imanes, ni directrices.
Nos
debemos al azar
pero es
mejor naufragar
que
sostener girasoles que no existen,
mirar
soles que se apagan.
Es
mejor, la espina de alguna flor,
que
sufras a que te inmoles.
V
La
patria no nos observa
la
patria nos acompaña
sin
exigirnos la hazaña,
sin
convertirse en proterva filosofía,
ni en
sierva.
Le
debemos el abrazo,
la
esperanza y el ocaso,
la
cabeza contra el muro,
un rayo
de sol oscuro,
la
victoria y el fracaso,
el amor
y la costumbre,
el
origen, la floresta,
el
destino, la protesta,
el
silencio de la cumbre.
Es
mejor que nos deslumbre
la
palabra que el mutismo.
Un
complejo mecanismo
nos ha
nacido en los hombros
No son
alas,
son
escombros de la vida,
de uno
mismo.
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